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ISSN 1989-4163

NUMERO 09 - ENERO 2010

 

A la Brasileña (Capítulo 3)

Pepe Pereza

Decidió cambiar de maquinilla, para las zonas difíciles era mejor utilizar cuchillas nuevas.

- Bien, ahora quiero que abras las piernas todo lo que puedas y, sobre todo, no te muevas – dijo él acomodándose para la parte más meticulosa y complicada de la depilación.
- ¿Y qué más pasó?
- No lo sé. Me fui de allí antes de que llegase la ambulancia.
- ¿Te fuiste?
- Ya te digo. Lo que había allí no era agradable de ver…

Se dispuso para hacer una pasada con la maquinilla por el borde de unos de los labios vaginales, concretamente por el izquierdo, entonces ella se movió ligeramente. Éste pequeño movimiento hizo que a él se le fuese la mano. Ella dio un respingo acompañándolo de un pequeño grito de dolor.

- ¡Joder, tío! Me has cortado – se quejó ella mirándole con el ceño fruncido.
- Lo siento… si no te movieras tanto.

La espuma de afeitar se fue tiñendo del rojo vivo de la sangre. Él cogió una de las toallas, la otra estaba debajo de las nalgas de ella con la intención de evitar ensuciar las sábanas, y limpió la espuma de la vagina para poder ver el alcance de los daños. El corte era limpio, apenas medía un par de centímetros, pero sin duda era profundo y no dejaba de sangrar. Ambos sintieron un escalofrío al ver la herida. Ella, aparte de sentirlo en sus propias carnes, se vio envuelta en una especie de mareo producido por la visión de la sangre.

- Me estoy mareando – reconoció apartando la vista de la herida.
- Tranquila, no es nada… - dijo él, quitándole importancia al asunto. Aunque realmente estaba algo asustado.

Él trató de parar la hemorragia presionando la zona afectada con la toalla. Y mientras lo hacía se dio cuenta de que ella estaba palideciendo…

 

Si quieres leer el resto de la historia, visita el blog de Pepe Pereza

 
 

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